AMARILLISMO LUNAR
De unos años a esta parte y cada vez con más
intensidad, desde los medios de comunicación se nos informa con asiduidad de
fenómenos astronómicos destacados, especialmente en aquellos periodos del año
donde no abundan las noticias y en los hay que llenar espacios informativos como
sea. Aunque esto nos parece en cierta medida positivo no deja de preocuparnos
el que, con el afán de completar minutos de radio o televisión, páginas de
periódico y, muy en especial, en el caso de los medios digitales de generar
cuantos clics sean posibles, se peque de “amarillismo astronómico”.
En concreto, queremos referirnos aquí a
fenómenos relacionados con el plenilunio, que a menudo se titulan con prefijos
o adjetivos como superluna, luna azul, luna de sangre, luna de lobo o incluso
combinaciones de todos ellos, pudiendo darse una superluna azul de sangre de
lobo. Ahí queda eso.
Sin entrar a descifrar el significado de cada
uno de esos términos, queremos reflexionar aquí sobre la creación en el público
de falsas expectativas y la consiguiente frustración que se produce cuando
alguien que cree que va a presenciar un fenómeno asombroso, pongamos por
ejemplo una superluna azul de lobo, se encuentra con una luna llena como la que
acostumbra a poder verse prácticamente una vez al mes. Porque, no nos engañemos,
incluso para el ojo con cierta experiencia, las diferencias de tamaño y
luminosidad de una luna llena normal y una “superluna” pueden pasar casi
completamente desapercibidas.
Moraleja; no caigamos en el amarillismo
informativo en temas astronómicos, pues esto puede ser pan para hoy y hambre
para mañana. Con la mejor intención de atraer la atención de un amplio público
y recurriendo al sensacionalismo, es probable que tras una experiencia que
defraude las expectativas generadas con la noticia, el mismo público no vuelva
a hacer caso deotras informaciones de interés astronómico nunca más, lo que a
su vez provocará que los mismos medios de comunicación no las publiquen y se le
haga un flaco favor a la divulgación astronómica que en principio se pretendía.
Digámosle a la gente, que experimente el
contacto con la naturaleza y que disfrute del espectáculo que supone observar
cómo emerge una luna llena por el horizonte, sin importar que esta sea de
sangre roja, azul o siquiera de superlobo.
Así lo hemos hecho nosotros este año con sus
dos primeras lunas llenas (por cierto, ambas “superlunas”). Solo pudimos
fotografiar la segunda, pues la primera quedó completamente oculta por las
nubes. No obstante, nunca olvidaremos el fabuloso cielo del atardecer del que
pudimos disfrutar. Ambas fueron muy agradables experiencias de contacto con el
aire libre y los colores de la tarde y eso es lo que realmente debe
importarnos.