jueves, 23 de mayo de 2019


AMARILLISMO LUNAR

De unos años a esta parte y cada vez con más intensidad, desde los medios de comunicación se nos informa con asiduidad de fenómenos astronómicos destacados, especialmente en aquellos periodos del año donde no abundan las noticias y en los hay que llenar espacios informativos como sea. Aunque esto nos parece en cierta medida positivo no deja de preocuparnos el que, con el afán de completar minutos de radio o televisión, páginas de periódico y, muy en especial, en el caso de los medios digitales de generar cuantos clics sean posibles, se peque de “amarillismo astronómico”.

En concreto, queremos referirnos aquí a fenómenos relacionados con el plenilunio, que a menudo se titulan con prefijos o adjetivos como superluna, luna azul, luna de sangre, luna de lobo o incluso combinaciones de todos ellos, pudiendo darse una superluna azul de sangre de lobo. Ahí queda eso.

Sin entrar a descifrar el significado de cada uno de esos términos, queremos reflexionar aquí sobre la creación en el público de falsas expectativas y la consiguiente frustración que se produce cuando alguien que cree que va a presenciar un fenómeno asombroso, pongamos por ejemplo una superluna azul de lobo, se encuentra con una luna llena como la que acostumbra a poder verse prácticamente una vez al mes. Porque, no nos engañemos, incluso para el ojo con cierta experiencia, las diferencias de tamaño y luminosidad de una luna llena normal y una “superluna” pueden pasar casi completamente desapercibidas.

Moraleja; no caigamos en el amarillismo informativo en temas astronómicos, pues esto puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Con la mejor intención de atraer la atención de un amplio público y recurriendo al sensacionalismo, es probable que tras una experiencia que defraude las expectativas generadas con la noticia, el mismo público no vuelva a hacer caso deotras informaciones de interés astronómico nunca más, lo que a su vez provocará que los mismos medios de comunicación no las publiquen y se le haga un flaco favor a la divulgación astronómica que en principio se pretendía.

Digámosle a la gente, que experimente el contacto con la naturaleza y que disfrute del espectáculo que supone observar cómo emerge una luna llena por el horizonte, sin importar que esta sea de sangre roja, azul o siquiera de superlobo.

Así lo hemos hecho nosotros este año con sus dos primeras lunas llenas (por cierto, ambas “superlunas”). Solo pudimos fotografiar la segunda, pues la primera quedó completamente oculta por las nubes. No obstante, nunca olvidaremos el fabuloso cielo del atardecer del que pudimos disfrutar. Ambas fueron muy agradables experiencias de contacto con el aire libre y los colores de la tarde y eso es lo que realmente debe importarnos.