jueves, 28 de marzo de 2013

El cometa PANSTARRS

De vez en cuando, el cielo nos premia con alguna de sus espléndidas “perlas celestes” en forma de cometa. Porque, ¿de cuántos cometas observables a simple vista se puede disfrutar a lo largo de una vida? Según dicen las estadísticas, podríamos hablar de uno cada diez años, pero para que esta regla se cumpliese y en nuestra opinión, deberíamos disponer de cielos muy puros, por lo que en condiciones normales y para personas que como la mayoría nos movemos entre áreas urbanas y semiurbanas, probablemente hablamos de una frecuencia menor, más considerando que algunos cometas sólo se dejan ver desde uno de los hemisferios terrestres.
De hecho, entre nuestros recuerdos y hasta hace muy poco tan sólo figuraban los grandes cometas Hyakutake (C/1996 B2)  (1996) y Hale-Bopp (C/1995 O1) (1997), pues tanto el West (1976) como el Ikeya-Seki (1965) y posteriormente el esperado por todos, Cometa Halley (P1/Halley) en la primavera de 1986 , a pesar de su espectacularidad y de que incluso el segundo pudo ser observado en el cielo diurno, el de mayor fama de todos ellos, el afamado Halley,  decepcionó en cierta medida al público en general,  tal vez por su desmesurada repercusión en los medios, aún así  todos ellos  quedan ya demasiado difusos en nuestra memoria.
Han tenido que transcurrir muchos años para poder ver, no sin cierta dificultad, otro cometa que añadir a nuestra corta lista. En esta recién estrenada primavera, hemos podido contemplar el delicado PanStarrs, (C/2011 L4) que aunque muy efímero y esquivo, nos ha mostrado “casi” todo su  esplendor durante unos días desde nuestra posición en el hemisferio norte, eso sí, agazapado entre no pocas nubes, las luces del ocaso y a muy baja altura sobre nuestro horizonte.
En esta ocasión, nuestros vecinos del hemisferio austral han tenido mejor suerte y lo han podido disfrutar plácidamente, al haber estado situado a una mayor altura en los cielos del sur y además, con un mayor margen de tiempo, todo ello con el “bonus” de incluso haber podido enmarcar la imagen del PanStarrs junto con otro cometa de distinta factura como es el cometa Lemmon ( C/2012 S1 ). En fin, otra vez nos tocará a nosotros disfrutar del espectáculo…..
La observación del PanStarrs (C/2011 L4) por nuestra parte y desde nuestra latitud ha sido posible (cuando las condiciones atmosféricas así lo han permitido) incluso a ojo desnudo y no sin dificultad, como una estrella difusa de muy débil magnitud que puede recordar a la del planeta Mercurio y que perseguía raudo y veloz al astro rey tras el ocaso durante un corto espacio de tiempo al filo del crepúsculo civil.
Mucho mejor ha sido su observación con unos simples prismáticos de 11x80 a través de los cuales se podía apreciar y definir con facilidad, tanto la cola en forma de pequeño abanico como el pequeño y compacto núcleo del cometa. Lástima que no hayamos podido observarlo a través de nuestro telescopio por encontrarse éste en una posición demasiado alta en relación con el cometa y por tanto, fuera del límite observacional de nuestro Observatorio Manises J98.
Aun así, hemos hecho lo posible por obtener alguna que otra muestra para el recuerdo en forma de imagen a través de las cámaras digitales de las que disponemos, las cuales corroboran la dificultad posicional en altura sumada a la nada despreciable polución lumínica para los observadores urbanos (Fotos 1 izq. y 2 der.: Nikon D200 - f5.6- 20s - 24mm - ISO100 / f5.6- 10 s - 170 mm -ISO100), lo cual nos ha obligado a desplazarnos a zonas menos contaminadas y esperar el momento para poder capturarlo en otra una imagen, ésta vez de más bella factura (Foto 3: Nikon D90 - f5.6 - 4 s - 158 mm - ISO800), aunque hay que reconocer que la focal empleada en la fotografía mejoraba sensiblemente lo perceptible a ojo desnudo.  



  
Valgan pues estas imágenes como testimonio observacional de tan efímero pero a su vez, tan esplendido cometa, el cual ha contribuido a que se mantenga esa media decenal de la que hablábamos al principio y ha venido a refrescar nuestra memoria, llevándonos a recordar aquellas "perlas" cometarias que fueron el Hyakutake y el Hale-Boop , auténticos tesoros observacionales de los que en su momento rendimos buena cuenta al haberlos podido contemplar en todo su esplendor y en las mejores condiciones posibles.