lunes, 22 de marzo de 2004

¡ Que noche la de aquel.......... Maratón Messier !

Para todos aquellos que en mayor o menor medida podría decirse que estamos sin remisión alguna -enganchados- por esta apasionante afición por la astronomía, la mera contemplación del cosmos "a cielo abierto" va más allá de un simple placer terrenal, podría decirse que se convierte casi en una necesidad, tener que alejarse del ruido de fondo cotidiano y de la excesiva iluminación de la ciudad al menos un par de veces al año, para adentrarse de lleno en plena naturaleza y dejarse llevar sin reservas, por la sutil calma del atardecer que sin apenas darnos cuenta, nos invade lentamente a medida que avanza el crepúsculo.

A medida que la oscuridad de la noche poco a poco nos incauta, el cosmos se despliega inmenso y misterioso ante nuestra atónita mirada, invitándonos a contemplar sus maravillas una y otra vez, sin más objetivo que su mera contemplación y disfrute.

La noche del 20 al 21 de marzo de 2004 no fue una noche más de observación, fue una de esas noches especiales de las que de muy tarde en tarde acontecen.
El espléndido colorido del horizonte al atardecer con aquel cielo de color azul intenso y los suaves tonos rojizos de extremada pureza que remarcaban la línea del horizonte, nos anunciaban a gritos lo que iba a ser una noche inolvidable como así lo fue, y cuyas impresiones vamos a comentar a continuación con el deseo de compartir a la vez que transmitir, nuestras particulares sensaciones a todos aquellos que todavía se apasionan al contemplar un cielo plagado de estrellas.
El motivo de nuestra salida de observación en los albores de la más que cercana primavera no admitía dudas, era el día perfecto para realizar aquello que nos proponíamos, únicamente deberían darse unas buenas condiciones meteorológicas para llevar a cabo nuestro cometido, por lo que solo quedaba esperar......

Como si se tratase de un ritual, preparamos durante la mañana todo el material de observación que pensábamos utilizar, planificando como de costumbre y de manera casi meticulosa tanto el lugar previsto donde emplazaríamos el telescopio, como todos aquellos complementos que permiten que una noche de observación en la soledad de la montaña no se convierta en algo para olvidar, sino en todo lo contrario.
Llegamos al lugar previsto como de costumbre, con el tiempo suficiente para planificar in situ la mejor ubicación sobre el terreno tanto del telescopio como de nuestro propio acomodamiento. La tarde prometía y el sol ya muy cercano a la línea del horizonte, nos anunciaba un magnífico crepúsculo, pues la experiencia nos dictaba que aquellas nubes bajas iban a tardar poco en disiparse. Y así fue.....

El silencio del lugar y la calidez de los colores del cielo a medida que el astro rey se hundía lentamente tras las montañas, eran elementos en perfecta comunión con el intenso olor a tierra húmeda, aromas que combinados con el característico perfume del romero y de tomillo propio del lugar nos envolvía suavemente provocando un efecto calmante difícilmente describible.
El cielo fue ganando poco a poco oscuridad y con todo apunto, se asomaron las primeras estrellas que nos permitieron alinear perfectamente nuestro telescopio a fin de no errar ninguna búsqueda por complicada que pudiese parecer.

En unos instantes, el crepúsculo civil era ya un hecho, la noche daba su comienzo y con ella nuestro trabajo de observación. Nos esperaban 110 objetos los cuales íbamos a tratar de darles caza si la climatología nos seguía siendo benévola durante el resto de la noche.
A las 19:45 h. de tiempo local, dirigimos nuestro telescopio al horizonte oeste en busca del que iba a ser nuestro primer objeto, el conocidísimo M45, el cual ni tan siquiera precisaba ayuda óptica para su localización, magnífico como de costumbre, los 11x80 son más que suficientes para encuadrar todas sus estrellas dentro de un mismo campo de visión.
Tras su observación en detalle, le siguió otro no menos espectacular y frecuentemente visitado por cualquier curioso del cielo, M42.
Sin prisas pero sin pausas, fuimos barriendo todos y cada uno de los objetos más cercanos al horizonte oeste antes de que fuese demasiado tarde.
Poco a poco "cazamos" de forma precisa, cada uno de los objetos de acuerdo con nuestro planteamiento inicial, anotando aquellas curiosidades que nos parecen dignas de ser resaltadas a la vez que disfrutando una vez más de la visión de los objetos Messier tantas veces visitados.
Continuamos nuestro recorrido hasta cerca de las 22 h. T.U., momento en el que tras haber observado la primera treintena de objetos y ante la posición privilegiada en lo alto de la bóveda celeste de los que les seguían , decidimos hacer nuestro primer receso al objeto de reponer fuerzas, dedicándonos a darle debida cuenta a unos suculentos bocatas que nuestras sufridas esposas nos han preparado como de costumbre.
La noche prometía pero iba a ser larga, por lo que resultaba de suma importancia no desatender en demasía nuestros estómagos.
Dimos por tanto una tregua a nuestras retinas y nos dedicarnos en cuerpo y alma a reponer fuerzas. La bebida no fue un problema, ya que se mantenía fresquita con la temperatura ambiente de poco más de 9º que teníamos a eso de las 22h.
Tras la pauta, un café calentito acompañado con un buen "cacharrito" nos anunciaba que le tregua había llegado a su fin y había que continuar, el tiempo pasaba y los objetos iban culminando poco a poco por el meridiano, por lo que no había que descuidarse en pro de evitar que el trabajo se acumulase.
A poco más de las 23h. el color negro del cielo resultaba casi estremecedor, retomamos el trabajo comprobando que el seguimiento del telescopio seguía tan fino como de costumbre, y así fue, el último objeto observado antes del receso, seguía ahí, como si de una postal se tratase. La magnífica pareja de galaxias de la UMA, M81 y M82, parecían haberse anclado en el ocular, detalle que nos aseguraba que el mecanismo de guiado estaba en plena forma.
Siguiendo con nuestro plan observacional, continuamos nuestro paseo celeste atacando el grupo de las complicadas galaxias en Canes Venatici a las que siguieron el ramillete de objetos situados en la Coma y las no menos complicadas y débiles galaxias de Virgo y Leo.

Cumplidas ya las cinco primeras horas de observación, la humedad de la noche iba en aumento, cuestión que amenazaba con bloquear la correctora del telescopio, por lo que pasada ya la medianoche, decidimos parar nuevamente unos instantes para reponer fuerzas con otro "cafelito", cuyo aroma y calor nos resulto reconfortante a la vez que espabiló nuestros ya cansados ojos.
La noche seguía su curso y el cansancio empezaba a hacer mella en nuestro ánimo. Aprovechando que la humedad parecía finalmente haberse adueñado de nuestro material, decidimos mover el telescopio intentando darle caza a una liguera brisa que percibimos y que pensamos que tal vez nos ayudaría a desempañar nuestro objetivo.
Uno de nosotros decidió darse un breve "sueñecito" en el interior del Laguna para reponer fuerzas aprovechando la calma observacional, mientras el otro continuó vigilante a pie de telescopio disfrutando de la noche y sus maravillas a través de nuestros inseparables 11x80.
Pero el tiempo apremia y había que seguir. Pasados apenas 45 minutos otro café repuso las fuerzas necesarias y el ánimo para continuar, esta vez el tirón debería ser hasta el final, se acabaron las pausas.
La ligera brisa reinante había limpiado de vaho nuestra correctora y nos posibilitaba de nuevo a seguir con la observación.
Al filo de las 3 de la madrugada en tiempo local, atacamos de lleno la Vía Láctea, adentrándonos en los cúmulos del Hércules, la Lyra, el Cisne y el Ofiuco, saltando de objeto en objeto como si de una partida de ajedrez se tratase, barriendo escrupulosamente las zonas a observar y anotando nuestras impresiones.
La madrugada y el frío de la noche apretaban y nuestras dilatadas pupilas empezaron a notar los efectos de las más de 7 horas de observación prácticamente continuada que acumulábamos en nuestras espaldas.
Eran ya más de 90 objetos los observados desde el comienzo de nuestra particular aventura, lo cual era un claro indicador que el amanecer acechaba por lo que debíamos apresurarnos.
Nos quedaban apenas 20 objetos para ver cumplido plenamente nuestro objetivo, por lo que decidimos apurar nuestro paseo observando los objetos más complicados en posición a medida que asomaban por el horizonte Este.
Barrimos la zona de Sagitario casi al completo a la espera del orto de aquellos objetos posicionalmente más esquivos M 101 y M102 que junto con M55 y M30 parecían resistirse en su orto.
Las primeras luces del alba nos sorprendieron casi sin darnos cuenta amenazando nuestro cometido, y aunque el telescopio apuntaba paciente la llegada del primero de ellos, las brumas del amanecer anunciaron al Este lo que pronto se convertirá en una realidad, éramos conscientes de que habíamos observado hasta el momento la friolera de 105 objetos y que la salida del astro rey iba a impedir culminar "al completo" nuestro trabajo, pero estabamos plenamente satisfechos de todo lo acontecido en otra magnifica noche de observación bajo aquel cielo espectacular de la Serranía.

Esta circunstancia será posiblemente "la excusa" que nos dé pie para intentarlo nuevamente en otra ocasión, cambiando el lugar de observación por otro que nos sitúe algo más altos y en consecuencia nos permita divisar los pocos objetos que hoy se nos han resistido al habernos visto inmersos en las luces del amanecer y haber quedado ocultos tras unos pinos cercanos al horizonte de observación.
Son ya las 05h. 42" en tiempo local y tras la observación de los dos últimos objetos en Acuario, el difuso M72 y el asterismo M73, damos por finalizada nuestra maratoniana noche observacional, plenamente satisfechos del trabajo realizado.
Ahora queda el trabajo más engorroso, desmontar y guardar el material para emprender el camino de regreso a casa en busca del sueño reparador, eso sí, con el grato recuerdo de otra inolvidable noche observacional que ha cargado de fotones nuestras retinas hasta una próxima ocasión.



Datos observacionales:

Lugar: Aras de los Olmos; "El terrenet" ( 39º 55' 28" N (39,92) ; 01º 07' 49" W (1,13) )
Observadores: Luis Lahuerta Zamora y Salvador Lahuerta Zamora
Material de observación: S/C Meade LX200- 8" y Prismáticos Celestrón 11x80
Fotografías : Nikon Coolpix 4500
Condiciones atmosféricas: Seeing 4.5; Atmósfera muy estable en presencia de nubes altas al principio de la noche que fueron desapareciendo a medida que avanzaba el crepúsculo, con un ligero viento de fuerza 2 a mitad de la noche que hace decrecer la humedad ambiente por debajo del 45%
Temperatura : 12º C al comienzo de la observación, finalizando con 7º C
Viento: en calma, fuerza 1-2 a lo largo de toda la observación.